Cuidar. La importancia del cuidado en tiempo de pandemias
6 abril, 2020
CUIDAR no es solo la atención y el adecuado cuidado de una persona durante una lesión o enfermedad.
Todas las personas, por nuestra propia naturaleza somos vulnerables y por lo tanto en algún momento de nuestra vida vamos a necesitar ser cuidados o cuidar a otra persona, ya sea un familiar o amigo.
A finales del año 1996 el prestigioso centro de investigación en bioética, Hastings Center de Nueva York, convocó a un equipo de estudiosos internacionales, coordinado por Daniel Callahan, que tras semanas de debate llegaron a un amplio consenso en base al cual se elaboró el documento “LOS FINES DE LA MEDICINA: El establecimiento de unas prioridades nuevas”, en el que se debate y reflexiona sobre cuáles deberían ser las prioridades en la práctica de la medicina en la sociedad actual.
Establece que los fines de la medicina deben ser algo más que la curación de la enfermedad y el alargamiento de la vida, y que se ha de poner énfasis en aspectos como la paliación del sufrimiento, situando al mismo nivel el CURAR y el CUIDAR.
En el prólogo de la edición española de este documento, la experta en Bioética Victoria Camps nos recuerda:
“La medicina ha de estar motivada no por el orgullo profesional sino por el beneficio del paciente. Tiene que procurar ser fiel a sí misma y mantenerse como algo viable y sostenible., no dejarse arrastrar por un desarrollo tecnológico imparable”.
Cuidar en el ámbito sanitario, es también llevar a cabo políticas adecuadas de Salud Pública y Promoción de la Salud con el objetivo de prevenir la enfermedad y preservar la salud de las personas. Ello implica establecer prioridades y asignar recursos.
Desgraciadamente, en el modelo sanitario predominante, centrado en la atención hospitalaria, los recursos económicos en estas otras áreas se han ido mermando a lo largo de los años, lo qué junto a la infravaloración de la Atención Primaria, han limitado la capacidad de respuesta de nuestro sistema sanitario ante una emergencia de salud pública como la que estamos viviendo.
En este escenario de crisis surge más que nunca la necesidad de CUIDAR y de extremar los cuidados, por tres razones fundamentales:
- Para no contagiarnos y/o enfermar.
- Para no contagiar a las personas más vulnerables.
- Para no colapsar nuestros centros sanitarios.
Paradójicamente el elemento más frágil resultó ser, el que en teoría debería ser el más potente, nuestro Sistema Sanitario.
A su cuidado tuvimos que acudir todos: en primera línea los profesionales sanitarios que atienden sin descanso a todos los afectados, en condiciones difíciles y acompañados siempre de una larga serie de otros profesionales imprescindibles para que el centro sanitario funcione; en segundas líneas, pero no menos importantes un gran número de profesionales de todos aquellos sectores imprescindibles para cubrir las necesidades básicas de la población; y por supuesto toda la ciudadanía: las personas que cumplen las normas de confinamiento y ejercen su autocuidado, muchas ellas en condiciones precarias; las personas que se ofrecen como voluntarias para atender las múltiples necesidades que van surgiendo; y las cuidadoras no profesionales que, no solo en situación de pandemia, cuidan día a día a personas en su domicilio, y que constituyen ya una nueva clase social: el CUIDATORIADO, tal como la define la Catedrática de Sociología Mª Angeles Durán Heras en su obra “La riqueza invisible del cuidado”, clase social formada fundamentalmente por mujeres -otra flagrante desigualdad-, que sin remuneración alguna soportan la mayor parte de lo que profesora Durán define como “Los costes invisibles de la enfermedad”.
Sorprendentemente, en esta pandemia, los más descuidados han sido nuestros mayores, los que nos cuidaron antes y que gracias a sus cuidados llegamos a ser lo que somos.
Con ellos hemos adquirimos una deuda infinita, que como sociedad nos obliga a replantearnos el modelo de atención socio-sanitaria que les estamos ofreciendo.
Eran los más frágiles, vulnerables y los más necesitados de atención.
Este año 2020 será recordado con el Año del Coranovirus, cuando en realidad era y es el Año de la Enfermería, recién establecido por la OMS para resaltar la importancia de esta profesión, ¡qué nueva paradoja nos presenta esta pandemia!
El Coranovirus, les usurpa su año de conmemoración a estas profesionales que están formando parte de esa primeara línea de atención a los afectados por el COVID-19.
Los profesionales de enfermería son los expertos y referentes en el ámbito del CUIDADO, ya que el cuidado es el centro de la actividad enfermera, pero “Sin embargo, debemos insistir que la práctica del cuidado no es una característica inherente y exclusiva de la enfermería, sino que afecta e incluye a todas las profesiones relacionadas con las ciencias de la salud y a cualquier actividad que pretenda mejorar la vida de las personas” (Ester Busquets Alibés: Ética del Cuidado en Ciencias de la Salud).
La enfermería es y seguirá siendo la referencia para promover la Cultura del Cuidado, y el modelo en el que nos debemos fijar para Cuidarnos y Cuidar a los que lo necesitan.
Después de la Pandemia del COVID-19 nada será igual y el escenario en el que nos vamos a mover en el futuro inmediato, será totalmente diferente.
Todos, tanto a nivel personal como profesional, institucional o corporativo, tenemos que prepararnos para actuar en ese nuevo escenario.
Este desafío también nos afecta como Centro de Talasoterapia. La disyuntiva para todos estará en elegir entre: RECUPERAR el tiempo perdido para volver a la “normalidad” de nuestras actividades previas a la pandemia, como si nada hubiera cambiado; o por el contrario REPENSAR y rediseñar nuestros modos de vida, nuestra visión de negocio o nuestra filosofía de Centro.
Esperemos que los efectos de la pandemia que estamos viviendo nos haga conscientes de nuestra vulnerabilidad y fragilidad, y nos aporte la luz necesaria que nos oriente hacia esta Cultura del Cuidado que nunca hemos debido de abandonar.
Amén y Aleluya.
Salvador Ramos Rey
Director Médico. Oia, 6 de abril de 2020