Galicia se convierte en el destino de moda del turismo de buceo
21 septiembre, 2010
Existe una Galicia sumergida con una biodiversidad única en todo el planeta. Otra Galicia bonita con parques de anguilas jardineras, huertas de crustáceos y bosques de algas que esconden el tesoro de cientos de pecios, algunos por descubrir, en los que se accede a salas de máquinas tripuladas ahora por congrios enormes. «No son peligrosos -matiza Jesús Corzo, director de Buceo Galicia en A Coruña-. Algunos hasta comen de la mano cuando les llevamos sardinas».
Este paisaje alternativo atrae cada año a miles de visitantes que impulsan el turismo submarino en la comunidad, en auge desde hace aproximadamente un lustro. «Calculo que se ha ido incrementando un 10% por año -afirma Corzo-, aunque algo menos en el 2010 por culpa de la crisis».
Avala ese dato Alexis Macía, responsable de la viguesa Buceo Islas Cíes: «En verano, estos turistas vienen sobre todo de Madrid», apunta, aunque también del País Vasco y de León. Tres ejes vertebran la espina dorsal del turismo subacuático gallego: una riquísima biodiversidad, el auge de la fotografía submarina en los últimos años, gracias al desarrollo de las carcasas para cámaras compactas, y los barcos hundidos.
Existe en la comunidad una ruta de pecios que suele iniciarse en A Coruña, donde se visitan, por ejemplo, el carguero holandés Rytterholm o el Mar Egeo , bastante corroído por el salitre. El itinerario continúa en Fisterra con el descenso a los restos de navíos de la armada de Martín de Padilla, formada por 25 barcos y hundida por un temporal en octubre de 1596. Fue enviada por Felipe II para la invasión de Irlanda. Esos restos, junto con otros pecios, constituyen el Museo Submarino de Fisterra, único en el mundo.?La ruta clásica finaliza en Ribeira, con el Aries y el Alejandro , y en Vigo, con elAchondo .
Pero el auge de esta modalidad en Galicia se debe sobre todo a la riqueza biológica de sus aguas. En la isla de Rúa (Ribeira) los buceadores atraviesan un desfiladero angosto formado por rocas graníticas de cuyo techo cuelgan santiaguiños y centollas. «La clave es que en el Mediterráneo tienes que moverte cientos de metros para ver un par de cosas, mientras en la ría de Arousa te zambulles y estás rodeado de vida. Eso hace que muchos buceadores, cansados de las aguas del sur, lleguen ahora a esta zona».
El desfiladero de la isla de Rúa conduce hasta una colonia de Gerardia savaglia, una diminuta anémona que forma impresionantes ramos de color amarillo o rosado y que fue descubierta recientemente en Arousa, «lo que supone la primera cita de esta especie en el litoral atlántico de la península Ibérica», agrega Jacinto Pérez. Está muy protegida por su delicada situación, gravemente amenazada a pesar de que puede llegar a vivir 1.800 años.
Estamos en otro Vigo. Un Vigo sumergido. Aquí las calles son avenidas de laminaria que convierten el lecho marino en autopistas de algas. El tráfico se reduce a un puñado de pecios que taladran el fondo arenoso. Regula ese tráfico un antiguo faro romano, derruido, entre grandes colonias de gorgonias y formaciones de corales blandos.
Para Alicia Carrillo, que dirige Buceo Finisterre junto a su hermano Fernando, «cada vez viene más gente a Galicia. Al principio, muchos creen que el agua está negra y que no se ve nada, pero después se quedan alucinados ante tanta vida. Se sorprenden mucho con la laminaria y alucinan con esos bosques bajo el mar, y no con los hierbajos del Mediterráneo».
Ruta xacobea bajo el mar
Las propias agrupaciones de buceo se organizan para atraer turistas a Galicia, especialmente en verano. Ofrecen en sus páginas web buenos precios en hoteles, alternativas para acompañantes que no se sumergen e iniciativas originales. La última, el xacodiving de Buceo Galicia. La Credencial del Buceador Peregrino, una especie de compostela, se le otorga este año a quien acredita zambullidas en seis centros de varias comunidades: Canarias, Cataluña, Navarra (en agua dulce) y, por supuesto, Galicia.